Jenaro Morales - Capiatá


El alma del artista reflejada a través de su obra
Conozco a Jenaro más años de los que quisiera admitir; en todo ese tiempo, he encontrado en él a una persona tranquila, amable, “thoughtful” –nunca dejar de llamar para felicitarme por el Día de la Amistad o en vísperas de Año Nuevo- , estable, fiel a sus convicciones religiosas y a su particular manera de expresar su vida interior a través de su obra pictórica.


Ayer, un día soleado, casi primaveral, lo encontré en su quinta rodeado de decenas de catequistas de todas las edades. Los sábados y domingos la quinta Morales funciona como escuela de catequismo para los del barrio; niños y niñas por igual, frecuentan la escuela al aire libre a la sombra de los árboles.

Genoveva, la igualmente amable esposa de Jenaro, le ayuda a sacar los cuadros del taller para que yo les tome fotos para la exposición de Jenaro que se avecina. Jorge Antonio, su travieso pero amoroso nieto de 3 años que vive con los abuelos, quiere mostrarme sus “cartones”. ¡Él también pinta! Solo me permite quitarle la foto cuando posa en plan de “pintor en serio” para señalarme su pintura abstracta. ¡Si no, no hay caso, no quiere para nada que lo fotografíe!

Jenaro expone su obra desde el 1974, cuando por primera vez hizo una muestra en el Colegio María Auxiliadora de Asunción. En 1976 realizo una exposición individual de muchísimos cuadros -todos pintados sobre madera terciada-, con la bendición de Livio Abramo y de Miguel Fernández en el Centro de Estudios Brasileros. Compré 3 cuadros en esta ocasión, que tengo todavía y guardo con mucho cariño. Desde entonces, realiza exposiciones todos los años. “Los cuadros actuales que voy a exponer en el Centro Cultural del Lago son nuevos”, dice, mostrándome su última producción de gran tamaño: una cosecha de algodón, un casamiento koygua nocturno, mercados… son los temas costumbristas típicos de Jenaro.

Me cuenta que desde todo el embrollo –¿cuál de ellos?- de los políticos paraguayos, los turistas que antes visitaron su casa-taller de Capiatá no llegan como en otras épocas cuando solían venir en tours organizados por la SENATUR. “Pero sigo vendiendo, ¡gracias a Dios! Para el sustento diario, tenemos huerta pero por el frío todavía no anda aunque hay algunos tomates. Tenemos vaquita, leche, gallina y huevos”, agrega.

Durante la época de la Guerra del Chaco, doña Antonia, la mamá de Jenaro, prometió que si su marido regresaba vivo mandaría construir una capilla en honor a una imagen de San Antonio que compró en la Plaza Uruguaya de Asunción el día de su despedida. El amado de doña Antonia volvió y ésta cumplió su promesa construyendo la capilla. Todos los años de su vida doña Antonia festejó el día San Antonio, y ahora aun cuando ni ella ni su marido están ya, Jenaro continúa con la tradición: “Primero era un festejo familiar, pero ahora es algo de la comunidad. Este año se acercaron 600 personas, entre chicos y grandes. Se mataron entre 30 y 40 gallinas para compartir con la gente. El festejo inicia primero con la procesión por el Barrio Laurelty, seguido de la Misa. ¡Y allí empieza el ka’aru guasu! Todos los años cocinamos 8 paquetes de fideos de 5 kilos, 100 litros de caldo ava y 4 cabezas de vaca al tambor. La gente trae la bebida, pero nada de alcohol. Suelo pintar el tema de la Fiesta de San Antonio”.

Complacido, Jenaro me cuenta de que en el año 2007 recibió una escultura de “Homenaje en Vida a Jenaro Morales –Autodidacta”, de la Cooperativa Virgen de la Candelaria de su ciudad natal, Capiatá, y más recientemente, dentro del marco del Bicentenario, una placa de reconocimiento de la 8va. Compañía de bomberos Voluntarios por su aporte a la historia capiateña. “Todavía”, me cuenta, “el cuadro que envié al Mundial de fútbol sigue en Sudáfrica a pedido del director de la organización de la muestra”.

El sueño de Jenaro es armar en su quinta un museo-taller donde también se enseñe guitarra y danza. “Tengo piezas antiguas desde 1800 hasta 1932. Espacio hay, ya sé dónde lo voy a construir…” ¿Realidad o solo un sueño? Sea lo que sea, con este proyecto tan anhelado puede observarse una vez más la generosidad de espíritu de Jenaro, a través de su deseo de aportar, de dar y dejar algo positivo para su comunidad.

Ysanne Gayet

Areguá 2011












No hay comentarios:

Publicar un comentario